La demencia es un proceso neurodegenerativo que provoca una serie de pérdidas funcionales de forma progresiva y constante. Entre estas pérdidas, es habitual la alteración de la marcha y el equilibrio, teniendo como consecuencia el aumento del riesgo de caídas.
Una caída puede tener graves consecuencias en una persona con demencia, entre otros motivos, por la dificultad para realizar un proceso de rehabilitación. Dependiendo de la fase en la que se encuentre, seguir las pautas de los profesionales de la rehabilitación no siempre es posible, lo que dificulta de manera notable la posibilidad de recuperación.
Existen algunos factores que no son modificables, como el avance de la enfermedad, que produce alteración del equilibrio y la marcha, o la propia medicación, que en ocasiones presenta efectos secundarios que afectan al equilibrio.
Es importante tomar medidas que minimicen el riesgo de caídas al inicio de la enfermedad. Realizar una valoración del estado del domicilio es fundamental, de forma que se detecten los elementos de riesgo y se puedan evitar.
Una de las estancias en las que más caídas se producen es en el baño. La bañera es un elemento que debemos eliminar y sustituirlo por un plato de ducha a nivel de suelo. Es importante también contemplar que el suelo del baño sea de un material antideslizante, ya que son habituales las salpicaduras de agua. Colocar barras para facilitar el apoyo es necesario, tanto en la ducha como a la altura del inodoro, contemplando también la posibilidad de un elevador de este.
Hay que tener mucho cuidado con los muebles, que las esquinas cuenten con protección si presentan cantos agudos.
Las alfombras son otro elemento que eleva el riesgo de tropezar y caer, por lo que no es aconsejable tener ninguna. Los pasillos deben de ser un espacio libre de obstáculos, facilitando, si es necesario, algún tipo de barandilla que ofrezca mayor seguridad.
La iluminación es un factor determinante. Se pueden utilizar sensores de movimiento o dispositivos similares para prevenir una caída por baja visibilidad.
También existen sensores de presión, que avisan en caso de que la persona se levante. Se pueden utilizar, tanto en la cama, como en una butaca o sofá.
El calzado habrá de ser apropiado, tanto en lo que respecta a la talla, que sea la correcta, como que presente una sujeción del pie adecuada o que la suela tenga un material antideslizante.
Por muchas medidas que se implementen, por encima de todas ellas, existe la necesidad de que las personas con demencia se mantengan activas y caminen, siempre con supervisión, ofreciendo los apoyos que se requieran en cada caso.
Otro factor primordial es la alimentación. Mantener unos hábitos alimenticios adecuados, con una ingesta de proteínas conveniente resulta imprescindible para evitar una pérdida excesiva de músculo.
Y, por último, se debe tener en cuenta que, en ocasiones, las dificultades para conocer los problemas de visión que pudiera padecer una persona con demencia son múltiples, por lo que siempre hay que intentar prestar atención a detalles como que lleve las gafas puestas, que estén limpias, etc.
La prevención de caídas es una tarea muy compleja, pero cuantas más medidas se tomen, menor será el riesgo.
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