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Las alteraciones de conducta en la demencia

Es muy habitual escuchar a cuidadores/as o familiares relatar episodios en los que la persona con demencia presenta alteración, incluso se les etiqueta como “agresivos/as”. Las personas con demencia no son agresivas, padecen alteración de conducta y en muchas ocasiones provocadas por el entorno, sin pretenderlo.  

Cuando nos empeñamos en que recuerden o reconozcan a alguien, les estamos sometiendo a un estrés innecesario. Van perdiendo vocabulario (ver la entrada del blog sobre afasia) e incluso dejan de reconocer a personas de su entorno y por más que intentemos que recuerden, no pueden. No es una cuestión de que se esfuercen, sino de que han perdido ciertas capacidades (ver las entradas del blog sobre apraxia y agnosia).  

Muchas de las alteraciones de conducta pueden estar producidas por factores que no tenemos en cuenta, como exceso de estímulos (movimientos, ruidos, luces, etc.), pretender que hagan tareas que para ellos/as son demasiado complicadas (ir al baño, asearse, manejar cubiertos, vestirse…), por espacios desordenados (para una persona que ha sido ordenada, la visión de un espacio sin orden es una fuente de alteración), porque estén padeciendo alguna alucinación o porque hagan una relación ese momento con alguno de su pasado.  

Los traumas que podemos llegar a padecer en la vida vuelven a nosotros en situación de demencia. Si nos ha pasado algo muy grave, por ejemplo, si una persona ha sufrido abuso sexual, el momento de ir a la ducha será una batalla campal, puesto que para ella el hecho de que alguien le quite la ropa significa algo muy traumático, ya que no va a ser capaz de entender que las circunstancias son otras.  

Recuerdo el caso de una señora que había trabajado durante muchos años en un hospital como Auxiliar de Enfermería. En su demencia, ella seguía creyendo que estaba trabajando, por lo que disfrutaba acompañando al médico a las habitaciones de los residentes que estaban encamados y los arropaba como si realmente estuviera haciendo el trabajo que realizó durante tanto tiempo, o la de otra persona que había sido muy meticulosa y el ver los cojines del sofá desordenados la alteraba de forma muy notable. La solución era muy fácil, simplemente mantenerlos ordenados. 

Es muy importante conocer la historia de vida de la persona con demencia, saber qué le ha apasionado y qué ha detestado, cuál era su ideología y si existe algún trauma del pasado.  

Otro caso muy impactante fue el de una persona que, en su niñez, había vivido un bombardeo de la guerra civil. Todas sus alucinaciones eran lo mismo, revivía ese momento. La pauta en estos casos es intentar sacarla de ese sufrimiento solucionándole el problema, es decir, en este caso “llevarla a un refugio” para que crea que está a salvo. No podemos decirles que no es verdad lo que están viendo u oyendo, porque para ellos/as es real, lo que realmente les ayuda es entender lo que están viviendo y sacarles de esa situación, pero desde su perspectiva.  

Desconocemos si la ciencia logrará resultados distintos en un futuro, pero en la actualidad la demencia es neurodegenerativa, no solo no va a mejorar, sino que empeorará, por lo que empeñarnos en que recuerden lo que no pueden recordar o que hagan lo que no pueden hacer provoca que se alteren, no porque sean agresivos/as, sino porque no estamos teniendo en cuenta las circunstancias ni las capacidades. 

Cada persona es un ser único y por tanto no podemos abordar las alteraciones de conducta como si fueran producidas por la misma causa, sino que la atención debe ser individualizada, observando cómo se ha producido, cuándo, con quién, con qué frecuencia si se ha dado más de una vez, qué factores ha habido en común cada vez que se ha alterado. Una observación minuciosa y el conocimiento de la persona, de su carácter, de su experiencia vital, de sus circunstancias, etc., es lo que nos permitirá evitar las alteraciones de conducta o, en el peor de los casos, abordarlas con éxito para que no se compliquen aún más y nadie acabe dañado. 

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