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Memoria, emoción y pantallas: Cómo la tecnología puede potenciar nuestros recuerdos

A medida que envejecemos, la memoria se convierte en algo más que una función cognitiva: es un hilo que une nuestra historia, nuestras emociones y nuestra identidad. Recordar no solo activa el pasado, sino que también nos conecta con quiénes somos, con quienes fuimos y con quienes nos acompañaron en el camino (Conway & Pleydell-Pearce, 2000).

En la vejez, los recuerdos personales adquieren un valor emocional aún mayor, especialmente cuando las pérdidas, los cambios y la reconfiguración de los roles vitales generan una necesidad de reafirmación personal.

A través de la memoria autobiográfica, las personas mayores pueden reconectar con lo vivido, revivir experiencias significativas, sentirse reconocidas y compartir su legado. En este proceso, la tecnología (cuando se presenta de forma accesible, empática y acompañada) puede convertirse en una herramienta útil para activar, conservar y transmitir esos recuerdos (Llorente-Barroso et al., 2022).

Este blog explora cómo las herramientas digitales, lejos de generar distancia, pueden actuar como puentes emocionales hacia el pasado, la identidad y el bienestar.

¿Por qué los recuerdos personales son tan importantes en la vejez?

La memoria autobiográfica es aquella que recoge nuestras experiencias personales, emociones vividas, personas significativas, lugares, fechas, olores, canciones, momentos clave. A diferencia de la memoria de trabajo o la memoria semántica, la memoria autobiográfica está profundamente conectada con nuestras emociones y con la construcción de nuestra identidad (Conway & Pleydell-Pearce, 2000).

En la vejez, este tipo de memoria cumple funciones fundamentales:

  • Reafirma la identidad: recordar quiénes hemos sido nos ayuda a sostener quiénes somos hoy, incluso cuando cambian nuestras capacidades o roles sociales.
  • Fortalece la autoestima: evocar logros, vínculos, momentos felices o significativos aporta un sentido de valía personal.
  • Facilita la conexión social: compartir historias personales genera intimidad, pertenencia y reconocimiento por parte de los demás.
  • Tiene un efecto protector sobre la salud mental: diversos estudios han mostrado que los ejercicios de evocación autobiográfica pueden reducir síntomas depresivos, mejorar el estado de ánimo y favorecer la integración emocional (Westerhof & Bohlmeijer, 2014).

 

Recordar no es quedarse anclado en el pasado, es reafirmarse en el presente con todo lo vivido.

En un momento vital donde muchas personas mayores enfrentan pérdidas, cambios y reorganizaciones internas, volver a visitar sus propios recuerdos puede ofrecer estabilidad emocional, arraigo y sentido.

La función emocional de recordar

Evocar recuerdos no solo tiene una utilidad cognitiva o social. También cumple una importante función emocional. Las narrativas personales generan coherencia interna, reactivan afectos positivos y ofrecen alivio ante el sufrimiento o la soledad (Singer & Blagov, 2004).

Diversas investigaciones han mostrado que las intervenciones basadas en memoria autobiográfica pueden reducir síntomas depresivos, mejorar el bienestar emocional y aumentar la autoestima en mayores (Westerhof & Bohlmeijer, 2014).

Recordar no es simplemente repasar el pasado, sino reactivar el valor emocional de aquello que se vivió, especialmente cuando se hace en compañía y en un entorno seguro.

Barreras que pueden interferir en el acceso a los recuerdos

Pese a su enorme valor emocional y psicológico, no siempre es fácil para las personas mayores acceder a sus recuerdos, compartirlos o encontrar espacios donde estos sean bienvenidos y escuchados con atención. Recordar requiere algo más que capacidad: requiere contexto, compañía, permiso emocional y espacios que validen lo narrado.

Entre las barreras más frecuentes encontramos:

  • La sensación de irrelevancia: Frases como “ya a nadie le interesa”, “eso fue hace mucho” o “no quiero molestar con mis historias” reflejan una interiorización del silencio, que no siempre nace del olvido, sino de la creencia de que su historia ya no tiene un lugar legítimo en el presente (Pérez-Rojo & López, 2021).
  • Esta sensación puede ser reforzada por entornos que priorizan la eficiencia, la juventud o el lenguaje técnico, dejando fuera la voz emocional de quien narra.
  • El aislamiento emocional o social: El recuerdo florece en compañía. Cuando una persona mayor vive en soledad o no tiene espacios seguros para compartir sus vivencias, sus recuerdos permanecen encerrados, no por olvido, sino por falta de escucha significativa.
  • La falta de conversación intergeneracional, el ritmo acelerado del entorno o el desconocimiento sobre cómo acompañar emocionalmente también contribuyen a que muchos recuerdos se queden sin narrar.
  • El deterioro cognitivo o narrativo: En casos de deterioro cognitivo leve o enfermedades neurodegenerativas, el acceso espontáneo a recuerdos puede verse afectado, especialmente en la fluidez verbal o en el orden temporal de los hechos. Sin embargo, esto no implica la desaparición del recuerdo, sino la necesidad de apoyo emocional y contextual para recuperarlo. Un estímulo visual, una música, una pregunta significativa o una imagen pueden actuar como disparadores para recuperar experiencias que aún están presentes en la memoria emocional (Zarate et al., 2022).
  • La brecha digital: Muchos recursos que podrían ayudar a conservar o compartir recuerdos se encuentran en entornos digitales (aplicaciones, álbumes virtuales, grabaciones, etc.). Sin embargo, la falta de alfabetización digital o de apoyo adaptado impide el acceso a estos medios.
    No se trata solo de enseñar a usar una app, sino de hacerlo de forma emocionalmente significativa, comprensiva y adaptada al ritmo de la persona (Llorente-Barroso et al., 2022).

 

Cuando la tecnología se convierte en un puente hacia la memoria

Muchas personas mayores sienten que la tecnología es ajena, compleja o innecesaria. Sin embargo, cuando se utiliza con empatía, sencillez y acompañamiento, puede actuar como un puente emocional para revivir, conservar y compartir recuerdos significativos.

No se trata de saber usar todos los dispositivos, sino de encontrar una función con sentido emocional:

  • Una canción que suena en Spotify y los transporta a su juventud, al escuchar los primeros acordes de una canción que marcó una etapa importante —el primer baile, una fiesta de pueblo, un viaje con amigos— se activan no solo los recuerdos, sino también las sensaciones asociadas: la alegría, el olor de aquella época, el rostro de quien estaba cerca.La música tiene el poder de desbloquear memorias emocionales profundas, incluso en personas con deterioro cognitivo leve o moderado.
  • Un álbum compartido en FamilyAlbum con fotos de nietos, hijos o viajes pasados, recibir en el móvil o la tablet una galería de imágenes familiares bien organizadas (con subtítulos, fechas, comentarios breves) permite que la persona mayor se sienta parte activa del presente, pero también les invita a revivir momentos del pasado.
    Las fotos antiguas digitalizadas pueden generar narraciones ricas, reírse al recordar una anécdota o detenerse en el rostro de alguien querido.
  • Una videollamada donde se rescata una anécdota de infancia, no se trata solo de verse por la pantalla, sino de usar ese momento para abrir espacio a la memoria. “¿Abuela, cómo conociste al abuelo?”, “¿Dónde vivías cuando tenías nuestra edad?”, “¿Cuál fue tu primer trabajo?”. Estas preguntas pueden abrir relatos emocionantes, activar el orgullo por lo vivido y ofrecerles un espacio de protagonismo y escucha.
  • Un vídeo grabado contando una historia para futuras generaciones, proponer a la persona mayor grabar un pequeño vídeo narrando una historia significativa (“el día que naciste”, “una receta familiar”, “el verano más feliz”) no solo les ayuda a recordar, sino que les ofrece un sentido de legado.
    Saber que sus nietos o familiares verán ese vídeo algún día aporta continuidad, pertenencia y propósito.

 

Estas pequeñas acciones digitales activan la memoria autobiográfica no desde lo cognitivo, sino desde lo afectivo. Y ese es su verdadero poder: hacer que lo vivido vuelva a sentirse presente.

Además, este tipo de uso significativo fortalece el vínculo con los familiares y cuidadores. Cuando alguien se toma el tiempo de digitalizar fotos, grabar recuerdos, o simplemente escuchar con atención una historia que ya ha sido contada mil veces, está ofreciendo mucho más que tiempo: está validando la historia de vida del otro.

Una pantalla puede ser solo un objeto. Pero también puede ser una ventana a lo que todavía emociona.

 

Herramientas y dinámicas recomendadas

La tecnología, bien acompañada, puede ofrecer muchas formas de potenciar la memoria autobiográfica sin necesidad de habilidades avanzadas. Aquí te dejamos algunas ideas y herramientas sencillas que pueden transformar una pantalla en una aliada emocional:

1.Listas de reproducción personalizadas (Spotify, YouTube)

Crea una lista con canciones significativas para la persona mayor: temas que bailaba, cantaba o escuchaba en su juventud. La música es una vía directa a la emoción y la memoria emocional.

Actividad sugerida: “Tu banda sonora vital” – crear una playlist juntos y escucharla mientras se conversan recuerdos asociados.

2. Álbumes digitales compartidos (FamilyAlbum, Google Photos)

Digitalizar fotos antiguas y organizarlas por etapas vitales (infancia, juventud, familia, viajes…) permite revivir historias, resignificar momentos y fortalecer el sentido de identidad.

Además, es una actividad que se puede hacer de forma colaborativa con toda la familia: animar a cada miembro a subir las imágenes que tenga, comentar recuerdos o incluir frases afectivas convierte el álbum en un espacio emocional compartido.

3. Grabar relatos en vídeo o audio (móvil, tablet)

Pedirle a la persona mayor que narre momentos importantes de su vida: “el día que conociste a tu pareja”, “cómo era tu casa de infancia”, “qué recuerdas de tu primer trabajo”.

Actividad sugerida: crear una “videoteca de recuerdos” para compartir con la familia.

4. Aplicaciones de diario emocional con imágenes (Day One, Journey)

Permiten guardar textos, imágenes, sonidos y reflexiones, generando una especie de cápsula del tiempo personal.

Actividad sugerida: usar una app para registrar recuerdos asociados a emociones (“una vez que me sentí muy feliz fue cuando…”).

5. Google Maps o Street View como activadores de memoria

Revisitar virtualmente lugares donde vivieron, trabajaron o veranearon puede ser muy evocador.

Actividad sugerida: buscar la calle donde crecieron o el parque donde jugaban de niños.

 

Recordar también es cuidar

Acompañar a una persona mayor en el recuerdo de su historia no es mirar atrás: es reconocer su valor, su trayectoria y su lugar en el presente.

Recordar también es resistir: al olvido, a la desconexión, a la invisibilidad.

La tecnología, cuando es cálida, adaptada y con sentido emocional, puede ayudarnos a sostener memorias que importan.

Porque en cada historia que se revive hay una identidad que se reafirma, una emoción que se valida, y un vínculo que se fortalece.

 

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