Entre las muchas Terapias No Farmacológicas se encuentra la muñecoterapia. Se utilizan muñecos que se asemejan a bebés, no con la intención de que sea un juego, ni mucho menos, sino para trabajar la faceta afectiva de la persona.
Esta terapia es más habitual en fases avanzadas de la enfermedad, aunque en ocasiones también se utiliza en fases moderadas. El objetivo es que se aborden las relaciones afectivas, despertando emociones que están latentes en la persona, pero que se han obviado. La interacción producida entre la persona con demencia y el muñeco (que es un bebé simbólico) provoca y evoca el instinto natural de cuidado, así como el de autocuidado por la motivación que genera el hecho de tener que atender a otra persona.
Esta Terapia No Farmacológica está basada en la Teoría del Apego y la Atención centrada en la persona.
La Teoría del Apego (Bowly) postula que el apego es necesario desde el nacimiento hasta el final de la vida. Los niños necesitan desarrollar un apego seguro con, al menos, un/a cuidador/a principal para poder adquirir un desarrollo emocional y social adecuado.
Muchas de las personas que padecen demencia son padres y/o madres, lo que significa que han sido ese/a cuidador/a principal en un pasado. Incluso, aunque no lo hubieran sido, pueden activar ese instinto de protección y cuidado.
Como todas las terapias, la Muñecoterapia no es una excepción, no son válidas para todas las personas con demencia, pero sí que lo son para muchas de ellas.
Merece la pena intentarlo, en estas terapias, si se aplican correctamente, no existen efectos secundarios, por lo que lo peor que puede pasar es que no consigamos ningún efecto, es decir, que ni se gana ni se pierde nada. Sin embargo, si conseguimos algún efecto, será muy gratificante, tanto para quien lo propone como para la persona con demencia. Ver cómo cuidan a ese muñeco, exactamente igual que si fuera un bebé, cómo se despierta esa ternura, esa afectividad y sobre todo, cómo pueden disfrutar de un momento de felicidad, no tiene precio. Merece la pena intentarlo, no cuesta nada y supone un beneficio inmenso. En esta etapa de su vida, tener la oportunidad de cambiar el rol, pasando de persona cuidada a persona cuidadora es una experiencia única.
Insisto en que la Muñecoterapia no tiene nada que ver con el juego con muñecos, ni mucho menos con infantilizar a una persona con demencia (lo cual sería un maltrato), sino que es una terapia que se puede llevar a cabo con muy pocos medios y consiguiendo grandes resultados. Como todas las terapias, hay que contar con profesionales que sepan aplicarlas, pero también se puede aplicar en los domicilios, con el asesoramiento de dichos profesionales.
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