Entre las terapias no farmacológicas menos conocidas nos encontramos con la roboterapia, cromoterapia, aromaterapia o la terapia de reminiscencia. Es ya habitual encontrar en muchos centros residenciales las Salas Snoezelen, cuyo objetivo es la estimulación sensorial. También es frecuente el uso de consolas, como la Wii, para llevar a cabo ejercicios de estimulación cognitiva.
En los últimos años, se ha descubierto la utilidad de las nuevas tecnologías para la atención y mejora de la calidad de vida de las personas con demencia. La utilización de las nuevas tecnologías es muy útil, siempre y cuando tengamos en cuenta que son una gran ayuda si se utilizan de forma correcta.
Respecto a la roboterapia, consiste en el uso de robots que imitan animales para trabajar con personas, en este caso con demencia. Estos robots representan distintos animales, desde perros, focas, etc., y algunos de ellos están dotados de sensores, que permiten la interactuación entre el robot y la persona.
En la terapia de reminiscencia se utilizan imágenes y músicas que permitan retomar ese pasado biográfico que les resulta tan gratificante.
Si nos centramos en la estimulación sensorial, tendremos en cuenta los resultados que ofrecen la aromaterapia y la cromoterapia, que son el uso del sentido del olfato y de la vista, respectivamente, para generar bienestar. La cromoterapia se basa en la utilización de los colores como medio para conseguir un estado anímico agradable. Si nos paramos a reflexionar un poco, probablemente nos daremos cuenta de que, sin pretenderlo, en nuestra vida cotidiana utilizamos unos colores u otros en función de nuestro estado de ánimo. Pues bien, la intención es hacer lo mismo, pero de forma consciente para conseguir un estado agradable.
En lo que se refiere a la aromaterapia, existe consenso en admitir que el olfato es uno de los sentidos (por no decir el que más) nos ayuda a evocar recuerdos y generar emociones. A quién no le ha sucedido esto, al percibir, por ejemplo, olor a pan recién hecho evocamos rápidamente un momento en la infancia cuando pasábamos por delante de esa tahona del pueblo en el que pasábamos los veranos o en el que nacimos. De repente, si cerramos los ojos, casi podemos sentir que estamos en ese lugar. Podemos utilizar los aromas para generar esos momentos que les proporcionan felicidad. Existen en el mercado esencias de casi todos los olores que nos podemos imaginar, es una forma muy sencilla de conseguir que nuestro familiar o persona a la que cuidamos tenga un momento en el que sienta un bienestar difícil de conseguir por otras vías.
En el cuidado de una persona con demencia, muchas veces no podemos disponer de grandes recursos ni de profesionales cualificados en terapias específicas, pero sí tenemos a nuestro alcance la posibilidad de regalarles momentos que les permitan recuperar sensaciones que parecían perdidas.
En muchas ocasiones nos frustramos porque no tenemos los medios y los recursos que nos gustaría y, sin embargo, no vemos los que sí están a nuestra disposición. En este duro camino, todos los recursos, incluso los más pequeños y sencillos, son muy valiosos, aprovechémoslos.
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